Páginas

La liquidación del imperio colonial

La liquidación del imperio colonial: Cuba y Filipinas. El 98 y sus repercusiones.

1. Antecedentes

a. El contexto internacional en la España de la restauración.

La España de la Restauración viene a coincidir con un largo período de paz en Europa conocido como la época de la Gran Paz. Conseguida su uni­dad política y un gran desarrollo industrial, Alemania ejerce el liderazgo (II Reich) en el continente europeo y Otto Von Bismarck, su canciller, lo plas­mará a través de un inteligente sistema de alianzas con Austria, Rusia e Italia.

Mientras tanto, Francia vive los años de la Tercera República, e Ingla­terra la era victoriana. Estos dos últimos países serán los abanderados del gran impulso colonial que en el último tercio del siglo XIX emprenden las naciones industrializadas, y ambos vivirán momentos de tensión cuando sus intereses coincidan (como el «Incidente» de Fachoda, Sudán, 1898).

Europa se lanza a la conquista de África y de Asia, y los Estados Uni­dos, superada su Guerra de Secesión, ponen sus ojos en las últimas pie­zas del imperio español: las islas de Cuba y Puerto Rico en el Caribe, y las Filipinas en el Pacífico.

España, que no ha conseguido entrar plenamente en los sistemas bis­marckianos de alianzas —sólo tenía firmado un tratado con Italia— se encuentra aislada internacionalmente y no va a ser capaz de contener el irresistible empuje del imperialismo norteamericano. De resultas, vivirá una de las más graves crisis de conciencia de su historia: la «crisis deI 98».

La pérdida de nuestras posesiones antillanas y del Pacífico está íntima­mente conectada, pues, con la remodelación del mapa colonial impuesto por las grandes potencias industriales a finales del siglo pasado.


b. El imperio colonial ultramarino español

Tras la independencia de la mayor parte del imperio a inicios del siglo XIX (Ayacucho, 1824), sólo las islas antillanas de Cuba y Puerto Rico, y el archipiélago de las Filipinas en sudeste asiático continuaron formando parte del imperio español.
Cuba y Puerto Rico basaban su economía en la agricultura de exportación, esencialmente basada en el azúcar de caña y el tabaco, en la que trabajaba mano de obra negra esclava. Eran unas colonias que alcanzaron un importante desarrollo y que eran muy lucrativas para la metrópoli. Cuba se convirtió en la primera productora de azúcar del mundo.
Las duras leyes arancelarias impuestas por el gobierno de Madrid convirtieron estos territorios en un "mercado cautivo" de los textiles catalanes o las harinas castellanas. Esta situación perjudicaba claramente a las islas antillana que podían encontrar productos mejores y más baratos en los vecinos Estados Unidos.
En Cuba y Puerto Rico, la hegemonía española fue basando cada vez más en la defensa de los intereses de una reducida oligarquía esclavista, beneficiada por la relación comercial con la metrópoli.
El caso filipino era bien diferente. Aquí la población española era escasa y muy pocos capitales invertidos. El dominio español se sustentaba en una pequeña presencia militar y, sobre todo, en el poder de las órdenes religiosas.

c. Las causas del levantamiento

La Guerra Larga (1868-1878), saldada con la Paz de Zanjón, había sido un primer aviso serio de las aspiraciones independentistas cubanas.
En 1895 se reprodujo en Cuba la insurrección bajo el denominado Grito de Baire. Comenzaba así el levantamiento que llevaría a la isla a su independencia.
Las causas que habían abocado a tan difícil situación se pueden resumir en las siguientes:
  1. El incumplimiento de lo pactado en el Convenio de Zanjón (1878). En 1883, Antonio Maura (ministro de ultramar del gobierno liberal de Sagasta) había intentado llevar a cabo un proyecto de reforma autonómica para Cuba que fue rechazada en el parlamento.
  2. La incapacidad española para absorber toda la producción de azúcar y otros productos cubanos y de proveer a la isla de manufacturas (Desde hacía ya bastante tiempo, esta isla caribeña había dejado de depender económicamente de España, puesto que la producción azucarera cubana se comercializaba directamente desde la isla, los barcos dedicados a su transporte pertenecían a distintos países y los pagos se realizaban en dólares y libras. Además el 92 % de la producción de azúcar se exportaba a EE.UU. y solo el 3% a España)
  3. El aumento de un sentimiento patriótico cubano, apoyado por los intereses de EE.UU. en la isla. Desde un punto de vista ideológico, la población isleña estaba casi irreconciliablemente dividida entre españolistas e independentistas. Los tres principales grupos políticos que existían allí eran:
  • Unión constitucional: un partido españolista opuesto a cualquier reforma autonomista, que dominaba las instituciones administrativas en la isla y que estaba encabezado por latifundistas y negociantes españoles y cubanos muy ricos e influyentes en los círculos políticos de Madrid
  • El Partido Autonomista cubano: un grupo reformista moderado y favorable al mantenimiento de la unidad con España.
  • Y el Partido Revolucionario Cubano: un grupo independentista fundado en 1892 por José Martí, quien también se encargó de organizar y liderar la rebelión armada contra los españoles tres años después.

En Filipinas se originan también, en 1896 movimientos emancipadores. Pocos años antes, habían sido creadas dos organizaciones revolucionarias independentistas en el archipiélago filipino: el Katipunan (de Andrés Bonifacio ejecutado en 1896) y la Liga filipina de José Rizal que dirigió la rebelión hasta su ejecución en 1896. A principios de 1897 las tropas españolas habían reprimido por completo la rebelión.


2. El desarrollo del conflicto

a. La Guerra de Cuba

El Grito de Baire, el 24 de febrero de 1895, inició la Segunda Guerra de Independencia en Cuba. La crisis azucarera que siguió al derrumbe de los precios internacionales del azúcar en 1884 y el descontento que se generalizó en la isla permitieron ampliar la base social del movimiento emancipador, al contrario de lo ocurrido en la Guerra de los Diez Años. Contando con el respaldo popular necesario y el problema del liderazgo garantizado, la guerra avanzó rápidamente. Los generales Antonio Maceo y Máximo Gómez y José Martí se constituyeron en los principales líderes de la revolución.

Pese a los esfuerzos del gobernador general de la isla, Arsenio Martínez Campos, la rebelión se afianzó y los rebeldes controlaron rápidamente la parte oriental de Cuba. En diez meses la insurrección se había extendido a toda la colonia y en España el gobierno se propuso someterla a cualquier precio. A fines de 1896 los efectivos españoles al mando del general Valeriano Weyler habían aumentado a 200.000 hombres y la represión se endureció (creo las llamadas trochas, que dividieron la isla en tres sectores aislados para dificultar los movimientos de los insurrectos y la reconcentración de la población campesina en poblados para impedir que prestaran ayuda a los insurrectos), pero pese a ello no se pudo invertir el resultado de los enfrentamientos. Las pérdidas entre los rebeldes fueron cuantiosas, por la política de tierra arrasada practicada por los españoles, éstas no fueron menores en las filas metropolitanas. En toda la contienda los españoles perdieron más de 62.000 hombres, lo que fue una sangría considerable.

b. La guerra contra EE.UU.

El presidente norteamericano William McKinley protestó ante el gobierno español por la dura actitud de Weyler y exigió la pacificación de la isla. Es más, llegó a gestionar con la reina María Cristina su compra por trescientos millones de dólares, a lo que la Reina y el Gobierno español se opusieron rotundamente.

Pero los Estados Unidos no cejaron en sus objetivos y, aprovechando la voladura del acorazado Maine, buque de guerra americano anclado en el puerto de La Habana, el 20 de abril de 1898, presentaron un ultimátum exigiendo la renuncia española a la soberanía sobre Cuba: había estallado la primera guerra entre los Estados Unidos —como nación independiente— y un país europeo, por los restos de un casi extinguido imperio.

Estallada la guerra, en España se vivieron días de verdadero entusias­mo patriótico, alentado irresponsablemente por los poderes públicos y la mayor parte de la prensa. Se creía en la posibilidad de ganar la guerra a Estados Unidos a pesar de su potencial industrial. En realidad, ni se podía ni se estaba preparado para ello.

Gran dificultad presentaba el que la guerra se desarrollara en dos escenarios muy distantes entre si: el Pacífico (Filipinas) y el Atlántico (Cuba y Puerto Rico). Mejor situados y con mayor capacidad militar, el ata­que de los Estados Unidos fue fulminante. En el Pacífico, ante la desigual­dad de fuerzas, la escuadra española de Filipinas —cuyos barcos eran en su mayoría de casco de madera— al mando del almirante Montojo, fue ani­quilada en la bahía de Manila; como consecuencia se rindió Cavite, suble­vándose Filipinas al frente de Emilio Aguinaldo.

En el Atlántico se ordenó a la escuadra española que operaba cerca de las Canarias —al mando del almirante Cervera— su traslado a Puerto Rico, para proteger esta isla y la de Cuba, pero cuando repostaba carbón en Santiago de Cuba quedó bloqueada por la estadounidense.

Aprovechando estas circunstancias, lzas tropas de EE.UU. – al mando de Roosevelt – desembarcaron en Cuba, tomaron Canei y las Lomas de San Juan y atacaron la escuadra española, que fue totalmente aniquilada. Santiago capituló, y los norteamericanos entraron en Puerto Rico y Manila.

c. El tratado de París y la liquidación de las últimas colonias.

La guerra finalizó con la capitulación de España en agosto de 1898 y la firma del Tratado de París en diciembre.
En este tratado, EEUU. impuso a España sus condiciones:

- España perdía Cuba, que fue ocupada de modo provisional por EEUU
- Cedía a EEUU Puerto Rico, Guan y Filipinas.


3. Las repercusiones del 98.

Aunque desde una perspectiva económica, no se puede hablar de desastre:
  • El fin de la guerra guerra permitió al ministro Fernández Villaverde abordar algunas reformas necesarias en el sistema de impuestos y en la emisión de deuda, lo que supuso un saneamiento de la situación de la Hacienda. Por primera vez en mucho tiempo, el estado español tuvo superavit a principios del siglo XX.
  • La pérdida de las colonias supuso una importante repatriación de capitales que fueron invertidos en la economía peninsular.
  • España no perdió la escasa presencia que ya se tenía en los mercados latinoamericanos.
    Sin embargo, la apabullante derrota ante EE.UU. y la pérdida de más de 50.000 combatientes provocó una intensa conmoción en la sociedad española en todos los ámbitos. Políticos del régimen canovista como Francisco Silvela, que escribió "España sin pulso"; opositores socialistas o republicanos; intelectuales como Joaquín Costa; todos sintieron la pérdida de las colonias como el Desastre del 98.
  • Esta conmoción nacional provocó una profunda crisis de la conciencia nacional que marcó la obra crítica de los diversos autores que componen la generación del 98 (Unamuno, Baroja, Maeztu...)
  • Propuestas de reforma y modernización política como el Regeneracionismo, con una doble vertiente de reforma política y de reforma educativa
  • Mayor empuje y presencia de los nacionalismos periféricos, ante una evidente crisis de "la idea de España".


La derrota de 1898 había puesto de relieve de forma trágica y súbita todas las limitaciones del régimen de la Restauración y su parálisis a la hora de afrontar los problemas sociales y la modernización del país.


El Regeneracionismo de Joaquín Costa fue la principal expresión de una renovada conciencia nacional que aspiraba a la reforma del país. El pensamiento de Costa se basó en una crítica radical al sistema caciquil que había impedido la implantación de una verdadera democracia basada en las clases medias y la modernización económica y social del país.

No hay comentarios: